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Revistas de circulación masiva como Time, Newsweek, Business Week y US Today, además de vehiculizar las "bondades" del American Way of Life, testimonian asimismo en sus notas de tapa transformaciones en los usos y costumbres, variaciones en los gustos y consumo de la clase media a nivel universal y en los últimos cinco años, reflejan la invasión cotidiana por parte de la tecnología. Así aparecieron en sus notas centrales artículos sobre interactividad, redes electrónicas, Realidad Virtual, fibra óptica. Lo que estos artículos ponen de manifiesto es el carácter social de la tecnología y su entrecruzamiento con las formas de vida de grandes capas de la población.
Hace mas de dos décadas Michel Foucault sacudió la modorra de la ciudadela teórica poniendo en resonancia una innovación tecnológica: el panóptico de Jeremy Bentham (observatorio/cárcel que al permitir mirar sin ser mirado se convirtió en el modelo de control social de la modernidad) con una política de las almas (Foucault, 1974; Mari, 1983). Mucho antes de que George Orwell nos amenazara con el ojo omnisciente del "Big Brother" que escrudiñaría día y noche nuestras prácticas y, eventualmente, sueños, Bentham sentó las bases de nuevos instrumentos de disciplinamiento social. ¿Qué son las mega-redes en donde decenas de millones de usuarios intercambian información y pedidos, diatribas y consuelos, simpatía y avidez? ¿Qué es este espacio virtual capaz de albergar bases de datos de todo tipo e intercambios comunicacionales de la mas variada especie? ¿Una reactualización del universo concentracionario y represor de Bentham/Orwell, o por el contrario, un reaseguro liberador que al generar comunidades dispersas, mutantes y móviles permite imaginar nuevas formas de convivialidad? Hacerse estas preguntas hoy, a principios de 1998, no es ocioso, porque las comunidades virtuales han pasado ya largamente el nivel de masa crítica en la que unos pioneros a principios de 1970 usaban el correo electrónico de las redes de defensa o los compu-adictos se pasaban las noches en vela tratando de estafar a las compañías de teléfonos o robaban electrónicamente dinero. Hoy la red de todas las redes (Internet) tiene 80 millones de usuarios creciendo desde hace varios años a una tasa del 10/15% mensual. Existen mas de 1000 redes de alcance continental o regional. Solamente en USA hay 60.000 BBS que cubren todos los tópicos y actividades: religión, sexo, política, educación, cultos satánicos, criptografía, etc. Existen incluso ciudades enteras (Santa Monica en California, Cleveland en Ohio) que tienen sistemas municipales de CMC (Comunicación Mediada por Computadoras). La red de noticias Usenet con sus miles de grupos de interés genera mas de 30 MB diarios de información, en el mismo lapso se intercambian mas de 2 millones de cartas electrónicas. Mientras tanto la industria de servicios de información interactivos a domicilio está dando sus primeros pasos y Japón estará totalmente cableado por fibra óptica en el 2015.
A pesar de esa densidad e interconectividad es poco lo que se sabe acerca del impacto de estos medios en la vida cotidiana, las mentes, las familias e incluso el futuro de la democracia . La CMC nos afecta al menos en tres planos. Como individuos tenemos percepciones, pensamientos y personalidades atravesadas por la forma en que usamos el medio y en que somos usados por él. Respecto de la interacción inter-personal la CMC permite una comunicación muchos-a-muchos (a diferencia de los medios de irradiación dominantes: radio, TV, etc. que son unos-a-mucho) que modifica radicalmente la forma en que relaciones, amistades y comunidades tienden a formarse. Un tercer aspecto clave de las comunidades virtuales son los cambios políticos que pueden generar. La política es siempre una combinación de poder físico y tecnología de comunicación. En las sociedades democráticas la comunicación entre ciudadanos y sus representantes es una columna vertebral que ha sido directamente afectada por las transformaciones de las tecnologías de la comunicación. Cuanto saben los ciudadanos de lo que sus representantes hacen y en que medida la eficacia de sus comportamientos puede ser reorientada por aquellos está directamemte ligado a la cantidad y calidad de la información que circula en la esfera pública. En las últimas décadas la argumentación racional propia de la esfera pública ha sido diezmada por la comunicación masiva. Una de las grandes promesas de la CMC está en su potencialidad para cuestionar el monopolio jerárquico de los medios masivos buscando revitalizar la democracia ciudadana. Concretamente la pregunta que un uso intensivo de estos medios dispara es: ¿qué escenario lleva mas rápidamente a una democracia o al totalitarismo: un mundo —como el que tenemos— en que un pequeño grupo de personas controla la tecnología de las comunicaciones para manipular las creencias de miles de millones de persona, o un mundo en el que cada ciudadano es un emisor? No es casual que Latinoamérica puede jugar un papel protagónico en esta reapropiación. Son miles los BBS que empiezan a vincularse entre sí en distintos países de la región. Y el ingreso a la Internet de casi todos los países latinoamericanos permite hacer uso de numerosas facilidades que constituyen el meollo de una interactividad en tiempo real. Pero este fenómeno se ha desarrollado en forma muy desigual. En Latinoamérica, salvo las excepciones de Brasil, México y Perú, la Internet no ha alcanzado una masa crítica y en mas de un sentido estamos retrocediendo permanentemente. Es por ello que un estudio comparativo de potencialidades irrealizadas y de concreciones bien aplicadas en otras latitudes es mas que necesario.
Con 15 millones de computadoras en sus hogares (solo 300.000 en nuestro país), con equivocaciones sorprendentes en el intento de difundir el software educativo en las escuelas, con notables diferencias en el acceso a las computadoras y las herramientas de desarrollo informático por parte de los blancos y los negros, los ricos y los pobres, los hombres y las mujeres, si algo se puede decir de la revolución informática en USA es que logró mucho de lo que se propuso, pero también que está a una distancia sideral de un uso difundido y universal de sus potencialidades. Conspiran en contra de esta democratización los altos precios (hasta que una computadora no cueste $200 no podremos hablar de acceso universal), así como lo difícil que sigue siendo hoy usar una máquina "inteligente", en contraposición a un receptor de televisión, un lavarropas o una plancha (a pesar de lo mucho que la interfaz Macintosh/Windows han hecho por simplificar lo que antes era un rompecabezas infernal) (ver capítulo 10). Mas que el uso (acotado y en ascenso) de las computadoras en la vida cotidiana, lo significativo de este último lustro ha sido el ingreso masivo de las máquinas hogareñas y comerciales a la red Internet, esa increíble malla mundial que pone hoy en contacto a mas de 80 millones de personas, y que hace posible formas de comunicación e interacción impensables hasta hace solo 2 o 3 años atrás. Basta entrar por primera vez a la WEB -cara gráfica de la Internet- para sentir el vértigo de lo nuevo, la alegría de la navegación sin límites, la sorpresa que provoca esta trama de remisiones sin fin. La WEB es la encarnación tangible del sueño de Ted Nelson (1987) de convertir la totalidad de lo legible (el docuverso) en una inmensa telaraña de conexiones. La posibilidad de hilvanar cualquier experiencia humana (narraciones, textos, imágenes, música, animación, realidad virtual) en un entramado de recorridos múltiples sin caminos privilegiados, pero sobretodo sin necesidad de Patrias o Matrias que nos digan que y como hacer: que rutas tomar, en que estaciones detenernos y a quien idolatrar o ignorar (Piscitelli, 1995b). Con la rapidez y avidez que los caracteriza, los norteamericanos (igual que los sectores de altos ingresos locales) fueron adoptantes tempranos de la tecnología y sus primeros testeadores. Después de haber usado intensivamente a la Red en los últimos años le han sacado el jugo mas que nadie, y han podido imaginar un mundo de los negocios digitales, usarla para fines cívicos y también explorar formas alternativas al modo tradicional de hacer las cosas con resultados tan inesperados como exitosos . Es por ello que tanto en la prensa de gran tiraje, como en la publicaciones especializadas, hay una visión bastante matizada del fenómeno Internet. Mientras muchos alaban sus promesas y algunos de sus logros, otros son mas cautos y sugieren revisar la introducción de las tecnologías de la comunicación anteriores —Teléfono, Televisión, Video, Fax, ya sea para evitar algunos de los problemas vividos hace poco en la Red —acceso diferencial y muy desparejo según clases sociales, baja calidad del contenido (con excepciones), impacto cuestionable en la calidad de vida, cuanto para potenciar al máximo sus ventajas comparativas —conectividad mundial, acceso a bajo costo o gratis a fuentes extraordinarias de información; generación de comunidades a distancia; interactividad y posibilidad de creación colectiva incomparable, etc. En ese espíritu las discusiones y noticias que tienen prensa masiva en USA incluyen —además del panegirismo y el aplauso indiscriminados de las nuevas tecnologías— dudas, cuestionamientos y propuestas tales como: el uso de la Web por parte de organizaciones del tercer sector ambientalistas para defenderse de los excesos; las preocupaciones de la Casa Blanca respecto de la explotación comercial de los sites para chicos; el esfuerzo de numerosos sites para facilitar las conversaciones en línea y reforzar la posibilidad de intercambios no exclusivamente mercantiles en la Internet, preocupación para que la privacidad individual no se convierta en un recurso natural en peligro de extinción, y extrema sensibilidad al espionaje ciberespacial y a otras amenazas a la intimidad y al espacio privado por parte de una colonización comercial exagerada.
La tecnología no corre en un vacío social y no modifica la cultura sin ser ella misma profundamente rediseñada por el mundo que contribuye a crear (Mumford, 1971; Winner, 1979). En el caso de la Internet —y a medida que el cambio socio-técnico se acelera, y la mundialización y la globalización se afianzan, hay un tiempo de diferencia entre los desarrollos y su difusión, sobretodo a nivel de los países que van segundos o terceros en la carrera tecno-comunicacional como es nuestro caso. Podemos hablar así de 2 o 3 años de diferencia —no para la incorporación sino para el uso masivo, entre lo que sucede en USA donde todo esto se inventó, y lo que pasará en América Latina. Tiempo suficiente para aprovechar éxitos y no repetir errores. Curiosamente entre nosotros hay una idolatría que no solo convierte a los usuarios de alta tecnología en mas papistas que el Papa, sino también en portadores de un pensamiento mágico que cree que la tecnología lo puede todo, y que en particular la Internet y la Web no solo son el camino obligado para potenciar las ventas, sino también el instrumento privilegiado para mejorar la educación, la forma mas adecuada para innovar en el entretenimiento, y el camino obligado por el cual todo niño o adulto digno y perspicaz deberá transitar so pena de hundirse en el abismo de los analfabetos tecnológicos, que habiendo perdido el tren de la industrialización, ahora podrían también perder el de la digitalización . Llama la atención en este endiosamiento de la tecnología la ignorancia de la autonomía relativa del factor cultural, y de los modos locales de "estar en el mundo". Se puentea en esta adopción acrítica de la tecnología, la necesidad de hacer co-evolucionar la tecnología junto a la cultura (organizacional) y no reducirla a sus exigencias. En particular se pasa por alto el gran impedimento al desarrollo de la Internet que suponen las política de telecomunicaciones existentes, que vuelven tan lenta la navegación como para hacerla muchas veces insoportable. Pero sobretodo se minimiza que la riqueza última de la Red está en la producción de contenidos propios. Lamentablemente en el caso latinoamericano en general, y en argentino en particular, el tráfico Sur/Norte sigue siendo altamente desigual: exceso de consumo y muy baja producción. En Perú para tomar el caso de la Red Científica de ese país a cargo de José Soriano, que es un instrumento de innovación permanente, los tantos están mejor repartidos y prácticamente hay tantas visitas a los sitios locales desde el exterior, como de éstos a los internacionales. Lo bueno del asunto es que la Internet está todavía en pañales, y que la Comunicación Mediada por Computadoras, que tiene lugar en su seno, es todavía lo suficientemente maleable como para evitar el determinismo tecnológico y orientarla hacia fines culturales y sociales propios -—sin por ello desconectarnos del mundo. La Internet permite una comunicación muchos-a-muchos (a diferencia de los medios de irradiación dominantes: periódicos, radio, TV, etc. que son uno-a-muchos) que modifica radicalmente la forma en la que se constituyen relaciones, amistades y comunidades, y permite imaginar numerosos cambios políticos tan necesitados en estas latitudes donde la política convencional -que es siempre una combinación de poder físico y tecnología de comunicación- parece estar en tren de agotarse. En todas las sociedades la comunicación entre ciudadanos y sus representantes es una columna vertebral profundamente afectada por las transformaciones de las tecnologías de la comunicación y la globalización que nos ha tomado por asalto. En las últimas décadas la argumentación racional propia de la esfera pública ha sido diezmada por la (in)-comunicación masiva. Una de las grandes promesas de la Internet está en su potencialidad para cuestionar la centralización de los medios masivos buscando revitalizar la opinión pública adormecida. Cuando se está en línea varias horas por día, días enteros por mes, las nociones de tiempo y espacio, de distancia y geografía, de familias de intereses extendidos y de comunidades a distancia juegan un rol creciente en la construcción de la propia identidad, fortaleciéndola en la diferencia y aumentando los grados de divergencia y tolerancia. Al interactuar con los otros empezamos a perderles el miedo. Al hacer como los otros dejamos de creer que nuestra aldea es el ombligo del mundo. En este espacio virtual/real podemos intentar ser productores un poco mas libres de información, y consumidores mas esclarecidos de bienes y servicios La Web es nuevo soporte cognitivo tan o mas importante que la Imprenta. Si la aprendemos a usar y multiplicamos su acceso lo mas posible, podremos crear un nuevo espacio público informacional tan necesitado. Sin embargo en la medida en que
Internet es una muestra —aunque muy sesgada— de la sociedad, es imperioso
analizar que hace ella con los segmentos específicos (minorías,
mujeres, niños, probres, no anglo-parlantes) que no están
"naturalmente" destinados a utilizarla en toda su potencialidad. Solamente
como ejemplo, revisemos las tensas relaciones entre infancia e Internet,
que pueden servir de buena muestra de las no menos enrevesadas relaciones
que existen entre la Ineternet y las otras minorías.
6. Los chicos de la tecnología Ahora que la Internet se está convirtiendo en una tecnología del conocimiento de fuerza tan arrasadora como la tuvo la televisión hace medio siglo ¿qué se puede decir acerca de los efectos benéficos/nocivos de las tecnologías de última generación —incluyendo videojuegos, computadoras personales, family games, cámaras digitales, CD-Roms y cía— en la bella alma de nuestros buenos muchachos? Antes que nada dudar de las bellas almas y no sólo en nuestros buenos muchachos. Es probable que ciertos lineamientos éticos no hayan cambiado —o no deberían haber cambiado— nunca en la historia de la humanidad (Bilbeny, 1997). No lo es menos que la difusión de tecnologías (del conocimiento), la potenciación de las capacidades comunicativas, la proliferación de instrumentos de transformación de la materia y del espíritu, ha hecho de nosotros, hombre y niños del tercer milenio seres humanos y ciudadanos muy distintos de los que hubo hasta ahora. Y que poco y nada sabemos de que hacen las tecnologías con nosotros y nosotros con las tecnologías salvo deplorar algunos de sus engaños o ensalzar demasiado entusiasta y acriticamente algunas de sus promesas. Entonces mas que respuestas preguntas : 1) ¿Es diferente la relación que los chicos tienen hoy con la tecnología de la que experimentaban hace 20 o 50 años? Truismo que solo se puede contestar si se encuentran las grandes diferencias que hay entre el mundo vivido de hoy y el mundo vivido de hace medio siglo, y el rol que la ciencia y la tecnología pueden haber tenido en su construcción. 2) Suponiendo que la artificialización creciente de lo cotidiano es irreversible y tenga impactos cognitivos y afectivos fuertes, ¿cómo afecta esta proliferación de máquinas de comunicar y muy especialmente la Internet a los chicos? 3) Vinculando máquinas de comunicar como la computadora (pero sobretodo los principios de diseño de las máquinas del futuro, paralelismo, etc.), y en particular su enorme poder de simulación y fabricación de realidades paralelas, en una genealogía con otras formas de conocimiento anteriores ¿qué transformaciones perceptivas, cognitivas, estéticas y afectivas puede esperarse de chicos que se pasan 3, 4, 5 o mas horas por día con las máquinas, y además, ¿en qué cambia la socialización porque se empiece a intimar con las computadoras y la Internet a los 14 , a los 7 o a los 3 en forma masiva y abarcando a cada vez mas sectores de la sociedad (Turkle, 1984; 1995). 4) ¿En qué consiste vivir en la pantalla? (Ver capítulo 14) ¿Cuánto tiene de metafórico o cuanto tiene de acabamiento de proyectos de vida ancestrales? ¿Qué sucede con la identidad de la persona cuando se construye en una civilización computacional? ¿Qué pasa con la identidad social y cultural cuando la gente interactúa cada vez durante mas tiempo a través de la pantalla?, ¿Qué sucederá cuando la gente viva dentro de la pantalla? 5) Decimos que los chicos juegan con la tecnología (de los juegos) disponible. Pero también podríamos decir que la tecnología juega con los niños. ¿En qué momento se franquea este límite y en qué instante la tecnología (computacional, de simulación, virtualización, etc.) se convierte en un nuevo aprendiz del hechicero? 6) Vivir en redes: familiares, de aliados, de grupos primarios, etc. fue el proyecto de la humanidad desde siempre. Esas redes fueron durante decenas de milenios redes cara a cara y físicas. Las máquinas de comunicar/compensar permitieron armar redes a distancia. La vida en redes computacional recupera mucho de lo bueno y de lo malo de las experiencias anteriores ¿pero introduce alguna novedad radical? ¿Hay novedades radicales? 7) Precisamente las máquinas de comunicar buscan, si no eliminar, al menos obviar algunas de las constricciones que nuestra dotación biológica por algún motivo sabio introdujo. Querer ser como los dioses y desencarnarnos —tal como puede suceder en las redes y que casos famosos de travestismo identitario muestran— ¿es bienvenido, debe ser maldecido, ayuda a quién y para qué? 8) El día que se inventa algo, al mismo tiempo se inventa su
ausencia, inexistencia, inaccesibilidad, deseo de consumo irrealizable
para todo el resto del mundo. La imprenta inventó ipso facto a los
analfabetos La vida en redes electrónicas supone la exclusión
de vastas masas poblacionales, especialmente de chicos jóvenes en
el tercer mundo. ¿Habrá una guerra de los botones (o del
cerdo) que trate o de remediar esta exclusión o de abolir las diferencias
si es necesario al precio de que nadie la tenga?
6. La explotación marketinera del deseo juvenil Yendo a lo que mas de un lector espera preguntar(se). ¿Es la Internet buena o mala para los chicos? Al fomentar (¿lo hace realmente?) la pornografía ¿no pone en riesgo la salud (inocencia) de nuestros chicos? Al poner en la punta de sus dedos y mouse toda la información del mundo disponible ¿no corremos el riesgo de quemar etapas, saltear estadios de desarrollo y finalmente (de)-formar a nuestros chicos? Con la posibilidad de que cualquiera se meta en nuestra casa ¿la Internet no podría convertirse en un anzuelo/virus mas peligroso y desestructurante que la propia televisión? Muchos se rasgan las vestiduras postulando la necesidad de una censura (moral) de las redes —apoyándose en casos aislados, en contadas denuncias, en fantasías y miedos ancestrales proyectados esta vez sobre la Internet, mas que en constataciones concretas. Mientras tanto a nadie se le ocurre que si peligros hay (¿y donde no los hay?) podrían venir tanto de esta explotación anti-moral como de una pornografía de origen muy distinto, la que explota marketineramente el deseo de niños y jóvenes. Un estudio reciente del Center for Media Education en Washington <http://www.mediainfo.com/>, revela las fórmulas eficaces que grandes corporaciones han desarrollo para el uso de la Internet que permite convertir a los chicos en una nueva fuente (involuntaria) de datos para el micro-targeting y el consumo individualizados. Los chicos creen estar jugando con sus personajes favoritos y mientras tanto un Big Brother les saca radiografías y los convierte en adictos al consumo... legítimo de chucherías y espejitos de colores (Bree, 1995). Puede ser que mas de uno le tenga miedo a la Internet. Pero como de costumbre seguramente es por el motivo equivocado. ¿Es este un desvío de un auténtico intento de construir
comunidades virtuales? ¿Es posible no extraviarse en el camino?
¿Y si ya nos perdimos, podemos aún reencontrarnos con ese
paraíso insinuado en los últimas años? Un breve recorrido
por un BBS modelo —The Well— puede darnos algunos lineamientos para reflexionar
e intentar responder a este tipo de interrogantes.
7. The Well: La madre de todas las comunidades virtuales Cuando me asocié a The Well en Enero de 1990 el Whole Earth Electronic Link había cumplido sus primeros 5 años, y aunque yo no lo sabía en ese entonces con mi ingreso empezaba a participar en el autodiseño de una nueva cultura . A diferencia de los infonautas electrónicos pudientes (de USA, Europa y Japón) solo podía conectarme al sistema cada tantos meses —durante mis viajes a USA— y aún así pude comprobar como iban estableciéndose, cuestionándose, renovando y metamorfoseando las normas de la convivencia electrónica en un ejemplo de evolución acelerada. Cuando dos años mas tarde The Well entró en Internet otro mundo mas maravilloso aún se abrió para quienes husmeábamos virtualmente por ahí. Aunque el software era superprimitivo y había que leerse el largo manual y operar los horrorosos comandos Unix, nos dábamos cuenta de que tesoros sin fin nos prometían búsquedas semejantes a las que habíamos hecho con la mente a capella durante añares. Con un extraño aditamento y privilegio. Todos recordamos al único profesor del secundario o de la universidad que nos ayudó en algo. Todos tuvimos a nuestra profesora de química que nos transmitió la pasión por algún tema, aunque quizás no los contenidos. Todos tuvimos al menos un par de profesores en la Universidad, y yo me acuerdo especialmente de Ricardo Gómez, matemático y epistemólogo. Todos tuvimos una bibliotecaria y referencista que nos ayudó en nuestras búsquedas y adicciones —yo me acuerdo de Hebe Hernando en la Biblioteca Lincoln. En todos estos casos hablábamos con los libros y no con las personas. En general leíamos mucho mas de lo que pensábamos. En general consumíamos mucho mas de lo que producíamos. ¡Y así nos fue! En cambio The Well es una comunidad viviente, un vivisistema. Es cierto que los cibernautas escribimos sobre la pantalla, y aparentemente podemos usar estos sistemas para tomar parte en emprendimientos intelectuales, hacer negocios, intercambiar conocimientos, no lo es menos que también los usamos para difundir pavadas y discutir, compartir soportes emocionales, planificar, hacer brainstorming, chusmear, rivalizar, enamorarnos —me pasó tres (o cuatro) veces aunque sin mayores consecuencias— encontrar nuevos amigos y pelearnos con ellos, jugar, flirtear, crear arte poco o muy pretencioso. Si bien hay gente —sobretodo los nostalgiosos de la vieja estirpe que quieren reducir estos mundos virtuales a una actualización de lo viejo inmutable (llamándolos por ejemplo bibliotecas electrónicas), no se trata de una copia aggiornada de lo que veníamos haciendo antes sino de un auténtico fenómeno emergente . Los críticos humanistas chapados a la antigua no pueden entenderlo. Los habitantes de las comunidades virtuales hacemos todo lo que hace la gente en la vida real pero sin recurrir a nuestros cuerpos —o al menos por ahora a nada mas que nuestros dedos. Aunque no podemos besarnos ni romperle la cara a nadie es mucho lo que pasa entre esos extremos. Para los millones —mas de 80 a principios de 1998— que estamos accediendo a las culturas tele-computacionales hay mucho de atractivo, e incluso de adictivo en ellas. Para algunas personas las comunidades virtuales son una forma de psicoterapia
—y yo mismo tuve que recurrir a ellas durante una terrible crisis emocional
que sufrí en USA a mediados de 1993, y les aseguro que ¡funciona!
Otros como los ludo-adictos de Minitel en Francia o los fanáticos
de los Dragones Multi-Usuarios (MUDs) gastan 80 horas semanales pretendiendo
ser otras personas, viviendo vidas que solo tienen lugar dentro de los
chips .
8. Las culturas tele-computacionales Las culturas tele-computacionales se basan en la hibridación de las tecnologías del teléfono cuya difusión mundial necesitó de un siglo y de decenas de miles de millones de dólares de inversión, y las tecnologías telefónicas que invirtieron inmensas cantidades de dinero y necesitaron de décadas para crear a los ingenios actuales abriendo el campo a las Comunicaciones Mediadas por Computadoras (CMC). Como en el caso de los transportes o de las redes viales ha habido una enorme inversión social para construir estas redes. Y sobretodo ha habido un aprovechamiento comunitario intensivo de los beneficios colectivos que estas instrumentaciones suponen. Pero todo esto es historia. La época de los boy scouts y de los pioneros ya quedó atrás. Y ahora es el tiempo de los colonizadores y la gente honesta, seria y honrada. Igual que lo que pasó con el Lejano Oeste, igual que lo que pasó con la Colonización del Desierto en el sur. Igual que.... Durante dos décadas para algunos privilegiados, académicos mayoritariamente, durante algunos años para quienes, curiosos o facinerosos de la computación, supusimos que en este territorio semi-explorado encontraríamos o fabricaríamos sorpresas y novedades. Una serie convergente de factores ha terminado con esta etapa fundacional. Básicamente han ayudado/perjudicado a la evolución de las comunidades virtuales: la invasión salvaje de las redes por parte de los entrepreneurs; la colonización de consumidores a manos de los grandes emporios de comunicación en USA como América on Line y sus 10 millones actuales de usuarios; la distribución de interfases amistosas —que curiosamente ayudan/pervierten; el enorme desarrollo de las tecnologías digitales y sobretodo, una nueva vuelta de tuerca sobre la eficiencia y los valores mercantiles que se viene propagando a nivel mundial desde mediados de los '70. Aunque sería largo desarrollar los pasos, las idas y vueltas, los tejes y manejes y los dimes y diretes queda claro que la evolución anárquica de la Matriz está llegando a su fin . Y nuevamente y paradójicamente ayuda a esta tarea lo que creíamos la liberación total de la imaginación, la propia Web (ver nuestras editoriales anti-Gates en el ILHN). Desde el advenimiento de la World Wide Web hace 5 años aproximadamente, todo lo que veníamos diciendo acerca de la visualización de la información ingresó masiva y revolucionariamente dentro de las comunidades textuales de la Internet. Se abrió así la posibilidad de un ingreso masivo de los info-pobres y los hasta entonces marginados, a las comunidades virtuales textuales, y se pudo dar un salto natural —el trabajo que a nosotros nos tomó décadas— del texto a la imagen, el color, el sonido y la animación. Pero el soporte normalizador que hay detrás de la Web y su casi irrestricta libertad de acceso también hacen mas fácil las posibilidades de control, de identificación de quien molesta, de individualización, de panóptico. La promulgación de la ley de actos indecentes en Febrero de 1996 (derogada posteriormente) sacó todas estas consideraciones del nirvana teórico, y nos mostró una vez mas los efectos no queridos de ciertos fenómenos, y las previsibles respuestas de la comunidad normalizadora y el establishment frente a los fenómenos indomesticables. Así como Apple a pesar de sus 11.400 millones de dólares anuales de facturación en cualquier momento puede terminar de quebrar, lo mismo —en un sentido mas metafórico pero no menos concreto— le puede pasar a la Web. El riesgo es cada vez mas cercano de que se convierta en una red país de jardín de infantes como calificó María Elena Walsh (1996) a la Argentina bajo el yugo militar. Una Web pacificada, una Web colonizada por los mercaderes, una Web de perfil bajo y silenciada. Es una pena y también es un horror. Ya suficientemente muerta está la Argentina como para que ese tubo que nos canalizaba y permitía respirar un poco mejor también sea sellado. Crecimiento no es sinónimo de envejecimiento, normalización no debe serlo de estupidización; facilitación del acceso no debe serlo de aquiescencia y aceptación. Con la excusa de la pornografía (ver nota 7), la paidofilia, el narcoterrorismo y la supuesta amenaza de los hackers a la convivencia civilizada, la política de la corrección a ultranza quiere sentar sus reales en la Red ¿Y qué mejor puerta de entrada para la represión que el tratamiento del sexo en la Internet?
Cuando Allucquere Rosanne Stone (http://www.actlab.utexas.edu/~sandy/) empezó a navegar por el ciberespacio —después de haberse doctorado en el exquisito programa de estudios de la ciencia de la Universidad de San Diego— se encontró con un fenómeno bastante extraño. Casi el 15% de los habitantes de los BBS y de las conferencias eran travestidos — gente que adopta el otro sexo para sus andanzas y es por ello que se puso a organizar la "The First Interdisciplinary Conference on Transgender Studies" que tuvo lugar en 1996. Obviamente los riesgos del ciberespacio son bastante menores que estar jugando en la Panamericana y la ciberpolicia todavía no llego masivamente a la red. Pero la constatacion de Allucquere tiene muchisimas implicaciones para las redes de asistencia psicológica, pero mas aun para ciertas condiciones psicológicas de la vida en el ciberespacio. Por ello no era de extrañar que muchas investigaciones de lo sexual en el mundo real encontrara su replicación en el mundo virtual. Es lo que acaba de hacer Nancy Tamosaitis (1996) en su curioso libro Net.sex.. Hay mucho e interesante en el relevamiento que hace Tamosaitis. Así por ejemplo replicó la famosa encuesta del informe Kinsey de 1990 sobre hábitos sexuales de los norteamericanos para comprobar —previsiblemente dado su desvío en términos de poder adquisitivo e información— que los usuarios de las redes son mucho mas sexo-alfabetizados que sus contrapartes de a pie. Pero mucho mas interesante —y el cuestionario y el análisis de las respuestas ocupa gran parte del libro— son las entrevistas que hizo a los usuarios de los newsgroups mas calientes y difíciles de asimilar por parte de los mortales corrientes. Así transcribe por ejemplo un posting en "alt.sex.bestiality" en donde Anna una madre de un chico de 2 años hace una larga disertación sobre el sexo canino sosteniendo que aunque la zoofilia fue considerada durante un largo tiempo como algo asqueroso, sin embargo tiene muchisimos aspectos ilustrativos y gratificantes —aunque no recomienda el sexo anal con los animales. En sus ejercicios sexuales con los perros Anna cuenta con la comprensiva y voyeurística participación de su marido. Las transcripciones de otras charlas académicas en grupos como fetichismo, tetas, masturbación, violencia cariñosa, etc. son del mismo tenor. Que estas —y muchas mas otras cosas existen en el mundo— no es es ninguna novedad. Que existen mercados subterráneos (paralelos, informales, etc.) en donde circulan estos deseos (siempre mediados por la mercancía), tampoco. Que todas las tecnologías han florecido (especialmente los CD-Rom, los VCR y ahora las redes) encaramadas a la difusión y consumo de lo sexual, es algo que sabemos unos cuantos, aunque la mayoría no lo quiera admitir . Lo mas sugestivo y poderoso de esas investigaciones antropológicas es como, por primera vez, mucha gente se anima a testimoniar y a hacer participar a otros —abiertamente— de sus gustos y perversiones, de sus necesidades y flaquezas, de sus inversiones libidinales y de nuevos modos de vivir su humanidad, llegando a límites que hasta hace poco solo encontraban en cierta literatura y en formas de conocimiento muy marginales o muy vulgares comportamientos que son legítimos como los que mas . ¿Son las redes apenas una nueva variante de los peores desvíos de una cultura de clase media perdida y extraviada, que encuentra en los vicios privados el sustituto de sus virtudes públicas? El hecho de que estudios académicos como el Tamosaitis, aparte de explotar un nicho y filón, revelan viejos usos y costumbres humanas, pero permitiendo una ampliación considerable de la discusión y su puesta a luz, revelan algunos aspectos muy fuertes de democratización y de la posibilidad de generación de nuevas comunidades virtuales que las redes hacen posible. Antes que demonizar tan fácilmente lo que hacemos a oscuras poniéndolo
en los otros que se atreven a mostrarlo a la luz, habría que aprovechar
la medida en que las prácticas virtuales exorcisan nuestros fantasmas
y alivian un poco nuestra carga de culpa, acicateada por siglos de censura
eclesiática y de doble moral de la ambigüedad.
Referencias
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